La llamada ‘cuarta edad’ ya es objeto de estudio para muchos académicos y motivo de preocupación para el sector asegurador.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la cuarta edad comenzaría a partir de los 86,5 años. Si tenemos en cuenta que según el informe World Population Ageing que publicó en 2017 la ONU, el número de personas de 80 años o más aumentará más de tres veces entre 2017 y 2050, esta parte de la población será el mayor foco de preocupación en los próximos años, tanto para las administraciones públicas como para las corporaciones privadas.

Ante esta realidad, el sistema de pensiones ya se está planteando en dos fases. La primera desde la edad de jubilación (67 años) hasta la esperanza media de vida, actualmente de 75,3 para las mujeres españolas y de 68,8 para los hombres. Y una segunda fase desde este punto hasta el límite biológico de la vida, entorno a los 114 años. De hecho, son tantas las personas que alcanzan los 100 años que ya se habla de ‘quinta edad’, que iría de los 100 a los 110 años.

Todas estas cifras plantean entonces un reto para el sistema de pensiones. ¿Cómo hacer frente al pago mensual de las jubilaciones en personas que pasarán un tercio de su vida viviendo de esa pensión?

En el caso del sistema público, aún no hay una fórmula acordada pero sí se han empezado a tomar medidas de precaución como el aumento de la edad de jubilación y el empleo del ‘factor de sostenibilidad’, que implica una revisión de las estadísticas de esperanza de vida cada cinco años, y en la práctica una menor renta para los que se jubilen en los próximos años.

En el caso de los seguros privados, algunas compañías aseguradoras ya están estudiando fórmulas de rentas vitalicias que permitan dar rentas los primeros años y cubrir servicios asistenciales a partir de los 80 años.

También ofrecen seguros de dependencia, con las mismas ventajas fiscales que los planes de pensiones, pero menos atractivos para los consumidores ya que todo el mundo se plantea el momento de la jubilación pero no son tantos los que piensan en una fase de dependencia.

Una tercera opción, todavía expuesta a debate, son los seguros de longevidad. Éstos ofrecerían un pago mensual fijo protegido de la inflación, pero que no se comenzaría a cobrar hasta algunos años más tarde de la jubilación, entre los 70 y los 80 años.

Dadas las múltiples opciones lo más recomendable es consultar con un profesional que pueda asesorarnos e indicarnos cuál es la mejor opción para nosotros.

 

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