Se trata de una de las circunstancias por las que las aseguradoras se ven más reticentes a reparar los daños de un accidente y pagar las correspondientes indemnizaciones. Lo normal,  es que las pólizas incluyan este límite de parentesco en tercer grado de consanguinidad. Es decir, quedan excluidos los accidentes con padres, hijos, abuelos, sobrinos y tíos.